martes, 25 de diciembre de 2012



Dijo un gran genio una vez que la vida realmente es una obra de teatro en la que nosotros mismos somos los actores. Cada día es el ensayo de una parte distinta de la obra y tú decides de qué manera actuar dado el guión que tú mismo te impones. Tú actúas, él actúa yo actúo, todos de acuerdo a nuestros propios patrones, cada uno siendo el protagonista de su propia obra y repartiendo el resto de papeles de acuerdo a sus inquietudes interiores.  En esta obra no hay actores malos, tampoco los hay buenos; solamente distintas maneras de interpretar la composición, distintos puntos de vista. Quizá yo sea feliz perdiendo la cabeza entre  libros de todo tipo y queriéndote a ti; quizá tú eso no lo consideres si quiera una manera de vivir. Estaré malgastando el tiempo, no te lo niego en absoluto, pero es lo que ha conseguido que siga ensayando esta extraña obra.

Acto tras acto, escena tras escena, se perfecciona la obra o, bueno, la empeoramos en muchas ocasiones; la retorcemos y la distorsionamos de tal manera que ni el propio protagonista sabe dónde está su guión y no es capaz de improvisar tampoco. Sin embargo, a la vez, todos la hemos mejorado en cierto modo; repartiendo papeles importantes, quitando otros o tan solo manteniendo los que siempre han estado.

Lamentablemente, lo más triste de todo es que, tras años y años de ensayo, la obra que tanto trabajo nos ha llevado y tantísimas horas hemos practicado, nunca vaya a tener su estreno. Que todo ese esfuerzo y la lucha  contra nosotros mismos se vaya a evaporar como el humo. Unos ensayos acaban antes, otros finalizan después, pero, al fin y al cabo, ninguno de ellos tendrá su gran estreno. 

Actuar, quién lo diría, pensar que toda nuestra vida es una pequeña gran mentira. Si alguna vez acabas con esta ambivalente farsa, recuerda que ensayamos juntos el último acto antes de que el telón negro baje y aparezca un 'fin'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario