sábado, 7 de septiembre de 2013

Siempre adelante

 
Hay que seguir siempre adelante,
salir de la oscuridad,
poco a poco,
paso a paso,
porque esto es solo un mal trago.

Y todo va y todo viene,
por un corto o largo tiempo,
pero el recuerdo se mantiene.

La luz siempre vuelve,
tarde o temprano,
las tinieblas se disipan,
para siempre, por un rato.

Hay que seguir siempre adelante,
que la vida continúa,
entre ríos calmos y turbulentos,
entre rostros pintorescos,
sueños y lamentos.

Es verdad que los hechos duelen,
queman, ahogan, matan, ...
y los sentimientos hieren,
calan profundo, arrancan el alma.

Pero el amor...el amor es cálido,
como el fuego en el frío invierno,
como un abrazo en malos tiempos.

Hay que seguir siempre adelante,
hacer las paces con la soledad,
y creer que la esperanza,
nunca muere.

Tener cerca tu felicidad
y mantener tus miedos raya,
para seguir subiendo la montaña,
sin mirar abajo, 
con el amor al lado.

Los caminos a veces se tuercen,
se vuelven insuperables, pedregosos, 
pero tienes que saber:
que nunca estás solo,

Que alguien siempre te quiere.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Mareas



Solamente quiero sentir, 
como la marea comienza a bajar
y después nuevamente,
decide subir.

Y fundirme con ella,
cada minuto,
en su oleaje,
en su ciclo de eternidad,
que nunca terminará,
o quizá nunca empezó.

Puede que así inaugure mi viaje,
al principio de mi fin,
o al fin de mi principio:
siendo un solo ser con el mar,
con el viento,
 con su sal,
con su tiempo...

Porque no hay mayor eternidad.


lunes, 2 de septiembre de 2013

Esta ciudad...


Me sentía ciega en esta ciudad,
caminando a tientas
entre callejuelas
de mala muerte
a las que no pertenecía
y me llenaban de oscuridad.

 

Me sentía sorda en esta ciudad,
cubierta por una nube de ruido
que no me dejaba oír,
ni pensar,
ni dormir;
que me perseguía 
entre agonías
y no me dejaba ver la verdad


 
Me sentía sin olfato en esta ciudad,
donde cada rincón,
cada portal,
cada esquina,
olía exactamente igual;
a rancio,
a estrés,
a muerte;
y me amargaba la realidad.


 
Me sentía sin gusto en esta ciudad,
escupiendo todas las palabras
como si no supiesen a nada;
tan insípidas
que perdían su significado
y hacían que cada uno de mis sentimientos
fuese irreal.


 
Me sentía sin tacto en esta ciudad,
tocando solamente paredes que me aprisionaban
en una jaula fría,
lúgubre,
lejos del mundo,
donde me prohibían libertad.
 

Me sentía sin sentimientos en esta ciudad,
donde no quería a nada,
ni a nadie;
me sentía como una autómata,
tan vacía de vida en esta ciudad...
Fue entonces que un día decidí,
que quería escapar.







 Escapar muy lejos y poder atrapar esas viejas luces y todo el mar.