Enamorada del mar

Adiós, adiós le dijo al mar aquella madrugada.
La brisa le respondió, ahogando su enorme pena.

Adiós, adiós le dijo ella desesperada,

llevándose con ella un bote lleno de arena.

¿Por qué he de irme, por qué de aquí debo marcharme?
Aquello por lo que vivo sólo aquí permanece.

¿Por qué me obligáis, acaso queréis matarme?

Si me arrancáis de aquí para mi ya no amanece.

Todo ello se lo gritaba amargamente al viento,

decir adiós era como un frío puñal.

Para ella, dejar el mar era un tormento

por lo que decidió ponerle punto y final.

Se aproximó hasta el rocoso acantilado,

miró hacia el horizonte, al mar que tanto amaba.

La hora había llegado, pronto el dolor habría terminado,

saltó al vacío pero, era feliz, ya nada importaba.

Cayó en el agua que se agitaba ferozmente,

su cuerpo por el mar era arrastrado,

pero, al quitarse la vida, lo hizo alegremente

sabiendo que del mar nunca la habían arrancado.